Algunas personas sintieron las decisiones que se tomaron

Ministra Cindy Quesada Hernández

Hoy no cabe duda que la violencia contra las mujeres en el ámbito político es letal. La Violencia simbólica contra las mujeres en política que ha sufrido sistemáticamente la Ministra más joven que ha tenido Salud se ha caracterizado por ser una violencia implícita, que opera al nivel de las representaciones caricaturescas, exhortando atributos físicos, estados de ánimo y otros gestos que busca deslegitimar a las mujeres a través de los estereotipos de género que les niegan habilidades para la política.
Pero también ha sido explícita; cuando de manera continua salen publicaciones, comentarios, editoriales y toda forma de comunicación con un afán de posicionar una imagen adversa en clara desigualdad respecto del abordaje hacia nosotros sus pares. Y es que desde el anuncio de su designación se generaron una serie de comunicaciones e imágenes que versaron sobre el cuestionamiento a las posibilidades efectivas de ejercer el cargo. Ese trato distinto y desigual, dirigido a generar una imagen de inferioridad de una mujer joven, traspasan toda noción de libertad de expresión de medios y en redes.
Es material y moralmente imposible ejercer con libertad un cargo cuando la violencia es tan cruenta y permanente, el menoscabo del ejercicio libre y pleno de su cargo, cuestionando permanentemente su reputación, prestigio e imagen con el uso del lenguaje no verbal para dirigir la atención a la jerarca y no a los resultados de su gestión fue una constante.
Y es que nunca se visibilizó la valentía para enfrentar grandes grupos económicos respecto del rompimiento del monopolio de los medicamentos, o su capacidad para reducir cuellos de botella en los permisos y trámites; su implacable objetividad para aplicar la ley por igual a todos por más grandes y poderosos que fueran algunos que se creían intocables; que logró disminuir las listas de espera en mamografías; gracias Ministra por literalmente dejarlo todo en la cancha.
Lamentablemente la violencia política y su resiente tipificación es un ámbito muy nuevo, muy difuso, sin sanciones claras para los perpetradores fuera de la función pública; la normalización de la violencia contra las mujeres en la política denota un trato diferenciado en comparación con los hombres, y en ese sentido, genera la sensación de que si las mujeres quieren participar en el ámbito político, no lo pueden hacer desde su voz, sus pensamientos, su temperamento, sino, desde una lógica eminentemente patriarcal, androcéntrica, valle centralista y adulto céntrica.
Por ello, la afectación no es solamente para la Ministra, es para todas las mujeres y en especial, para las mujeres de nuevas generaciones que son producto de las luchas de muchas otras por tener esa voz propia, esa autonomía y autodeterminación, quienes sueñan con transformar las cosas y construir un mundo mejor.
El ataque a mansalva de algunos medios, de algunos partidos políticos que vieron en el ímpetu y valentía de una mujer joven, la manera de atacar una gestión, no tuvo misericordia ni respeto de situaciones que son sagradas en cualquier contexto; e hicieron y montaron circos sobredimensionados para desviar la atención y generar ruido y daño.
Hemos perdido todos, perdió una joven mujer la posibilidad de demostrar que las cosas se pueden hacer cuando hay voluntad y valentía; perdimos las mujeres políticas una voz fresca y vivaz que abogaba por los más vulnerables, que inspiraba a otras a aventurarse en política para cambiar el mundo, perdimos el Gabinete a una compañera leal y trabajadora con quien se estaban rompiendo mitos y superando obstáculos institucionales históricos; perdió la ciudadanía la oportunidad de conocer la capacidad de una mujer de corazón noble, humana, que se quita literalmente el bocado de la boca para dárselo a quienes lo necesitan, una luchadora incansable al cuidando de los más vulnerables, las personas con cáncer; una profesional con luz propia y valentía para enfrentar grandes intereses; una mujer leal, competente, brillante y humana.
Reconozco que la paz interna no tiene precio, el autocuido es una prioridad, vivir una vida libre de violencia es un derecho humano y ejercer su derecho de participar en un puesto de liderazgo era algo que nunca pudo disfrutar nuestra Jerarca. El amor de las miles de personas que estuvimos a su lado fue importante pero nunca debimos subestimar el impacto de la violencia política en la vida de una persona.
Nunca escuché o leí algún grupo o colectivo dedicado a la reinvindicación de los derechos de las mujeres en política hacer eco de su situación; y es que muchos ataques vinieron de mujeres también; algunas que se consideran feministas reproducían las mismas caricaturas denigrantes y ofensivas. Desde mi posición no me cansé aprovechar cada foro, cada espacio y cada oportunidad para visibilizar lo que estábamos viviendo como sociedad; y es que no se vale defender solo a aquellas mujeres que piensan igual, no se vale alzar la voz por mis amigas y compañeras; en la lucha real por la erradicación de la violencia debemos ser contundentes, objetivas y consecuentes, no tenemos que ser amigas solo debemos de ser aliadas, porque cuando atacan a una nos atacan a todas.
Se que el camino de la Dra. Josseline Chacón está empezando en la política, estoy segura que es el comienzo de una larga historia de gestión porque nuestro país necesita mujeres como ella, valientes, abnegadas, desinteresadas, humanas y solidarias. El país necesita más personas que se atrevan a cambiar las cosas, sin miedo a los intereses millonarios y dispuestas a alzar la voz por quienes no pueden. Sueño con una sociedad no solo que permita a las personas ser ellas mismas en el ejercicio del poder, que respete sus matices, estilos y formas de liderazgo distinto a lo que nos han impuesto; pero sobre todo con mujeres que alcen la voz para defender la justicia y la igualdad por encima de todo.

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